¿Qué es el Útero?

El útero es el órgano principal, diferenciador, especialista y alta tecnología de la mujer, el lugar que ocupa energéticamente en el cuerpo es un espacio de poderosa energía de poder personal, y al mismo tempo un centro gravitacional y generador de energía creativa única.

Su función es la gestación, como lo conocemos en las ilustraciones y diagramas dista mucho de la realidad, ya que esta inclinado al frente, el fondo se puede ubicar por arriba del hueso púbico, y su entrada en general conocida como cervix es palpable al introducir los dedos por la vagina.
Mide entre 7 a 11 centímetros de alto, 5 de ancho y 3 a 4 en grosor, es un músculo con la capacidad de expandirse, y retraerse en todas direcciones gracias a sus fibras horizontales, verticales y diagonales. Puede llegar al tamaño de una o dos sandías y después regresar a su tamaño de pera. Esta suspendido dentro de la vasija que forman los huesos de la pelvis a través de varios ligamentos.
Es nutrido por dos arterias dedicadas a su irrigación, estás son tan importantes que registran en él un propio pulso, lo que nos permite sentirlo en un ejercicio de sensibilidad, y atención.
En su cuerpo superior surgen dos ramas cual árbol, las ramas uterinas o trompas, que son las vías a través de las cuales hay una comunicación entre el centro de estrellas y sus constelaciones que son los ovarios, y la vasija del útero, a través de las ramas uterinas, viajan los óvulos como semillas maduras.
Al final de cada rama, se encuentran la fimbrias que como manos o flores receptoras al final de los brazos uterinos, cachan al ovulo maduro durante la la ovulación y albergan la fecundación.
Son puente en el que llega la luz. El ovario responde manteniendo el lecho del endometrio de manera propicia para que el óvulo fecundado se implante.

Es considerado un segundo corazón y también cerebro ya que en sus tejidos en el sentido metafísico y energético se guardan las memorias de nuestro linaje y esencia, lo cual se manifiesta a través de las células madre que se presentan en el endometrio, milagrosa capa de flora y fauna que se genera en su interior.

El útero como órgano de placer permite experimentar orgasmos y responde al éxtasis pulsando, y abriéndose en su cuello para recibir información y el torrente del semen.
En un entendimiento profundo lo consideramos un transductor de energía de conexión con la madre tierra, que se fecunda a imagen y semejanza con la luz del padre para crear, gestar y parir, sueños y proyectos; un portal y altar interno que permite que el creador se manifiesten en este plano.

En general, la percepción de nuestro útero se relaciona con los calambres o cólicos durante la menstruación y ante tal incomodidad nos relacionamos en pobres términos con él, sin embargo reconocerlo como un espacio de creación no sólo de hijos , sino de proyectos, y nuestro bienestar, es una posibilidad que surge al ponernos en contacto con él desde la reconciliación con nuestra historia personal, el cuerpo, lo que hemos aprendido de ser mujer, la sangre y nuestros ciclos.
En su naturaleza es, móvil, elástico y palpitante.
Se ve afectado por nuestras emociones, pensamientos y formas de percibirnos a nosotras mismas, tal como lo hace nuestro corazón y centro emocional, por lo que con certeza, ante el dolor, el sufrimiento, el estrés y la falta de mirada y descanso, desarrolla corazas para protegerse tal como lo hace el corazón emocional y pierde su movilidad, elasticidad, y pulso.

Como espejo, refleja el sufrimiento del corazón y lo manifiesta en cólicos, alteraciones en la cantidad, textura, y calidad del endometrio, pierde fertilidad y capacidad de excretar

No sólo es un órgano sino que es el centro energético de creación/gestación/multiplicación/manifestación en la que el creador concreta la existencia, irradia energías preeminentes que materializan el amor de la luz y semilla del padre, proceso fundamental del “amor de madre” ella que sabe que la vida la atraviesa. Se rinde, sostiene en sus brazos lo que en un proceso de gestación, la sumerge en la metamorfosis del nido, la lleva a las profundidades de aguas dadoras de vida que la inundan y sostienen en el liquido amniótico de un cuerpo que se transforma en otra día a día, para que nazca madre y la pone al servicio la vida en el campo de la maternidad. Ella la que crea, ama, sostiene a ese hijo/creación, le cuida la sobrevivencia, crecimiento, nutrición, y profunda conexión con ella como altar de vida y al padre como guía.

El útero, tomando cada vez mayor presencia en el proceso de sanación de muchas mujeres.
A partir de sus memorias, y la sabiduría ancestral recuperamos fuerza y al mismo tiempo conexión con la esencia de alma como mujeres, conexión con los ciclos del universo y la tierra.